Para celebrar el 14 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, la UCM desarrolla una serie de actividades que ponen en relevancia el papel de las mujeres en todas las áreas STEM.
La Universidad
Complutense se ha unido, un año más, a la celebración del Día
Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con una serie de
actividades como una mesa redonda en la Facultad de Veterinaria,
un concurso de relatos de la Facultad de Ciencias Físicas,
un concurso sobre mujeres matemáticas de la Facultad de Ciencias
Matemáticas, un homenaje a las investigadoras veteranas de la Facultad
de Ciencias Biológicas, una exposición en la Facultad
de Educación, un encuentro on line en
la Facultad de Ciencias Geológicas, la lectura
dramatizada de un coloquio de Erasmo en la Facultad de Filología o
el acto en homenaje a tres investigadoras de la escuela de Ramón y
Cajal, organizado por la Unidad de Cultura Científica y
de la Innovación Complutense (UCC+i).
Margarita San Andrés, vicerrectora
de Investigación y Transferencia, asegura que todos estos actos sirven
para impulsar y poner de relieve la participación de la mujer en
el ámbito científico en todas las áreas STEM (Ciencia,
Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Recordó que la situación actual no tiene
nada que ver con la que vivieron aquellas pioneras que investigaron junto a
Santiago Ramón y Cajal, ya que “la incorporación de la mujer cada vez
es mayor”, aunque es cierto que todavía falta por visibilizar a muchas
de las científicas que la Historia ha intentado relegar al olvido.
De hecho, esa ausencia de mujeres es lo
que motivó el trabajo de investigación que ha desvelado a
las tres neurocientíficas que trabajaron en el contexto de la
escuela neurohistológica de Ramón y Cajal. Elena Giné,
de la sección departamental de Biología Celular de
la Facultad de Medicina, cuenta que cuando desarrollaron
las Jornadas Cajal vieron que siempre aparecían fotos de varones ilustres, pero
nunca salían mujeres. Ante esa desaparición de las mujeres Fernando
de Castro, del Instituto Cajal retó a Giné
y a sus compañeras, Carmen Martínez y Carmen
Sanz, a investigar si hubo investigadoras en el entorno de Ramón y
Cajal.
Las profesoras complutenses se pasaron un
año y medio buscando documentación y dieron con una lista que había elaborado
el propio Cajal con las personas que estaban en su escuela en el año 1922, de
ellas 27 eran hombres y dos mujeres: Laura
Forster y Manuela Serra. La primera de
ellas, de origen australiano, colaboró con Cajal durante ocho meses, de hecho
fue el Premio Nobel quien le sugirió que enfocase su investigación al estudio
de la degeneración de las fibras nerviosas tras una lesión traumática de la
médula espinal en aves. Ese trabajo está publicado en castellano y
Cajal lo citó en varias de sus publicaciones.
La segunda de las mujeres destacadas, de
acuerdo con Giné, es Manuela Serra, quien comenzó
a trabajar con 17 años en el laboratorio de Ramón y Cajal, donde se
encargó de elaborar preparaciones histológicas, pero también algunos dibujos y
otras tareas. El propio Premio Nobel ayudó a que Serra publicase un
artículo científico, que ella firmó en solitario,
sobre las fibrillas intracelulares de células ependimarias y astrocitos en la
médula espinal de la rana. Ante el talento de Serra, Cajal le ofreció a su
madre costear sus estudios de Medicina, pero se declinó la oferta, y tras unos
años en el laboratorio, en 1927 dejó el trabajo tras casarse.
Las investigadoras complutenses han
rastreado también a otra mujer, María Soledad Ruiz-Capillas,
quien no llegó a trabajar directamente con Cajal, pero sí con sus
colaboradores más cercanos del Laboratorio de Fisiología Experimental.
El currículo de Ruiz-Capillas presenta un increíble expediente académico como
el número uno entre los aspirantes al puesto de alumno interno del Hospital de
Beneficencia Provincial de Madrid. Se convirtió en la primera
mujer médica que dirigió un balneario y entre sus principales
estudios estuvieron los relacionados con los problemas del sueño, provocados
por alteraciones en los centros diencefálicos. Tras la guerra civil se trasladó
a Palma de Mallorca y ejerció como dentista.
Carmen Sanz informa de que información
más detallada se puede encontrar en una exposición virtual que ha montado la UCC+i y
que busca animar a todas las niñas y mujeres a embarcarse en el mundo
de la ciencia. Añadió el rector Joaquín Goyache que “la
ciencia y la igualdad de género son esenciales para conseguir los Objetos de
Desarrollo Sostenible (ODS)”, y que nuestra Universidad debería ser “un
paraíso de la igualdad, aunque sigue existiendo el techo de cristal y hay que
seguir haciendo políticas activas para luchar por esa igualdad”.
Goyache reconoce que conseguir esa
igualdad en oportunidades y derechos es uno de los compromisos de la UCM,
aunque es una lucha que hay que empezar mucho antes, en la sociedad y en el
entorno educativo preuniversitario donde ya se deberían fomentar las vocaciones
científicas.
Concluyó el rector animando a visitar la web No More Matildas, creada en honor a Matilda Joslyn Gage, la primera activista en denunciar que” se han ignorado, de manera sistemática, los hallazgos de brillantes científicas a lo largo de la historia”.
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