Para promover la renaturalización en
España se ha creado el proyecto SOS- Flora desarrollado por el grupo de investigación en Conservación,
Biogeografía y Evolución de Plantas Vasculares y sus Comunidades, del Departamento de Biodiversidad, Ecología y
Evolución de la Complutense.
La flora española, en especial
aquella que está dentro del Catálogo Español de Especies Amenazadas, está sometida
a presiones de todo tipo, entre ellas la fragmentación,
debida a la pérdida de espacios que sufren las plantas, y la herbivoría,
ya sea por parte de animales silvestres o de ganadería. Con la
intención de avanzar propuestas que permitan una renaturalización en España,
surgió el proyecto
SOS-Flora, desarrollado por el grupo de
investigación en Conservación, Biogeografía y Evolución de Plantas Vasculares y
sus Comunidades, del Departamento de Biodiversidad,
Ecología y Evolución de la Complutense.
Para hablar sobre los problemas a los que
se enfrenta la flora se han dedicado dos jornadas en
la Facultad de Ciencias Biológicas, que han tenido como
colofón, la presentación de las primeras conclusiones del proyecto
SOS-Flora, a cargo del profesor Felipe Domínguez Lozano,
uno de sus miembros.
De acuerdo con el investigador la
conclusión principal del estudio es que hay que pensar en un nuevo
modelo de gestión que pase de lo muy intensivo y muy artificial que existe
ahora, realizado a veces sin patrones conocidos, a otro
donde la renaturalización esté en el centro de los objetivos, “siempre
que sea posible”.
Para poder llevar esa tarea a cabo, una
treinta de investigadores han elaborado un decálogo del que
Domínguez ha destacado la importancia de contemplar la alternancia
de densidades de herbívoros silvestres y domésticos, la delimitación
de polígonos poblacionales e incluso la necesidad de potenciar
al colectivo de gestores botánicos.
El diferente efecto de la
herbivoría
Ha destacado el profesor complutense que
la herbivoría ha sido siempre señalada como uno de los factores que suponen una
amenaza para las plantas, y de hecho se calcula que de los 651 taxones
amenazados, 401 la tienen como una posible amenaza. Para comprobar la realidad
de esa estimación, SOS-Flora ha realizado un estudio de 37
especies repartidas por todo el país, visitándolas in situ para
cuantificar si han sido comidas o pisoteadas por ungulados.
Han descubierto que el
efecto de la herbivoría no es algo homogéneo en España, sino que se
concentra en determinadas zonas, con un especial impacto en el archipiélago
canario, donde además todos los animales que afectan a las plantas han
sido introducidos por los humanos. De hecho, en Canarias la
herbivoría es la principal amenaza que sufren las plantas, mientras que
en el resto del país es una más a las que tienen que hacer frente.
Utilizando bases de datos del Ministerio
para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico han comprobado
también que la componente antrópica, aunque tiene un gran
peso en zonas de España donde se acumula mucho ganado, como Extremadura, no
es tan relevante a nivel biogeográfico como la provocada por animales libres como
el conejo, el jabalí, el corzo o el muflón. Lo que lleva a pensar que quizás
una buena manera de gestionar ese problema sería la reintroducción de
depredadores naturales como el lobo.
Aclara, de todos modos, Domínguez,
que en lugares como las Islas Canarias la renaturalización sería
mucho más difícil, ya que hay una incompatibilidad marcada porque las plantas
han evolucionado ajenas a los animales silvestres, sin tener que
adaptarse de ninguna manera ante esa presión.
La fragmentación
La parte del trabajo centrada en la
fragmentación no se ha podido hacer a nivel nacional, por las dificultades que
supone, así que se han elegido unos pocos casos de especies
amenazadas, sobre los que la profesora Sonia García
Rabasa ha llevado a cabo una serie de análisis
metapoblacionales. A partir de ahí se ha visto que los
parches grandes son mejores para la supervivencia de las especies, así
que quizás habría que centrar en ellos las tareas de conservación y no dedicar
los recursos a los más pequeños.
Una conclusión posible que se deriva
de este trabajo es que la configuración actual de los parches
puede ser el resultado de una alteración de hábitat antigua, una mezcla de
parches naturales y artificiales, o incluso completamente artificiales,
como los que se encuentran en los bordes de las carreteras. Entre los puntos
del decálogo ya mencionado, se afirma que la fragmentación urbana
supone un caso extremo y que el mantenimiento de biodiversidad
natural y cultural, ambas urbanas, es necesaria una gestión
integrada.
Eso sí, una gestión que
en un horizonte futuro plantea “la no intervención como una alternativa a la
gestión conservacionista intensiva”.
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