viernes, 10 de junio de 2022

“Confluir”, la exposición de Bellas Artes que reflexiona sobre el deterioro de los ecosistemas acuáticos

 José Carlos Espinel, profesor de la Facultad de Bellas Artes y comisario de la exposición “Confluir: ecosistemas acuáticos y futuros especulativos”, es además co-director del Colectivo The Algae Society, que organiza la muestra junto al grupo de investigación complutense Arte, Tecnología y Compromiso Social y el Cameron Art Museum de Wilmington, en Carolina del Norte (Estados Unidos). Explica Espinel que el objetivo final de esta exposición es moverla por centros culturales para que esté más cerca del público y, de alguna manera, sirva para concienciar (“aunque sin instruir a nadie”) y para dar a conocer el tema de la problemática de la degradación que causamos en los ecosistemas marinos, fluviales y lacustres.

 



El profesor José Carlos Espinel informa de que el Colectivo The Algae Society hace exposiciones anuales, cada año con una temática distinta, aunque siempre relacionadas con el cambio climático y muy centradas en el tema de las algas y los organismos acuáticos. El propio Espinel imparte una asignatura de escultura denominada Arte, Ciencia y Naturaleza en el máster en Investigación en Arte y Creación de la UCM, y allí propone a los estudiantes a participar en el proyecto, desarrollando una pieza a partir de esa temática.

 

Este año el proyecto se ha realizado en colaboración con el Cameron Art Museum estadounidense, que ahora mismo está realizando una exposición paralela a esta de la Complutense, e incluso se comparten algunas obras como las de arte digital. “Confluir: ecosistemas acuáticos y futuros especulativos” se puede visitar hasta el 9 de marzo en la sala de exposiciones del vestíbulo del salón de actos de Bellas Artes, y en ella se pueden ver tanto estas piezas digitales americanas, como las obras de alumnos de la Facultad, así como de antiguos alumnos, profesores, miembros del Colectivo y del grupo de investigación UCM.

 

La temática de Confluir amplia la problemática de las aguas, sacándola de los océanos y llevándola a otros ecosistemas acuáticos, que también están sufriendo las consecuencias del cambio climático. A partir de ahí, los artistas imaginan cómo puede afectar la acción humana en esos ecosistemas, que son fundamentales para la vida en la Tierra. Ese tema es tan abierto que permite que alineen “sus intereses personales y artísticos con lo que se pide en la convocatoria, ya sea de manera más tangencial o más directa”. De ahí que hayan surgido obras escultóricas, cianotipias, dibujos, pinturas digitales, proyecciones, instalaciones…

 

Dibujos, ilustraciones, cianotipias y escayola

Oinops, la obra de Néstor Vega González, por ejemplo, parte de fuentes clásicas y de cómo muchos estudiosos tratan el tema de la falta de mención del color azul en La Odisea y en todo el ciclo troyano, a pesar de la importancia que tiene el mar. El propio artista explica que tomó unas pinturas que tenía, de fluidos y movimientos acuáticos, y las combinó digitalmente con unas estructuras geométricas para “darles un carácter de lo orgánico y lo inorgánico, y que funcionasen de una manera dinámica y que fuesen interesantes, siguiendo la idea de cómo nos imaginaríamos, dentro de un futuro especulativo, un mundo en el que se han olvidado los océanos y el color azul”.

 

Los cuatro dibujos de Vega González son “figuras imposibles con los segmentos en movimiento y deconstruidos, que no se pueden representar en el espacio”. Reconoce que le interesa mucho que “las cosas sean inútiles”, y por tanto que su obra sólo funcione “así, aquí y ahora”.

 

Lisa Anzellini, se ha atrevido con las cianotipias, muy influida por los trabajos clásicos de Anna Atkins sobre algas. From earth to seaway habla de que “si ahora fuéramos a desarrollar este tipo de trabajo, en lugar de algas lo haríamos sobre plásticos recogidos, que aquí están luego colocados de tal forma que hacen referencia a Atkins, pero haciendo una crítica a la contaminación actual”. Anzellini comenta que la obra nos habla de la “crisis ecológica actual y rescata la capacidad del arte de establecer conexiones donde se cree que no las hay, potenciando ese efecto sorpresa que se genera cuando el espectador vincula los conceptos”.

 

El cartel de la exposición es un fragmento de la pieza Inventario de lo extraño, de Daniel Cepas. Explica Espinel que es la única obra que se expone en esta muestra realizada en ilustración digital, “en la que combina la ilustración directa con algunos elementos tridimensionales y fotografías retocadas”. Y como dice Cepas, nos presenta escenarios distópicos, que “transitan entre lo familiar y lo desconocido, entre lo apocalíptico, la metáfora y lo melancólico”.

 

La obra Eutrofos, de Claudia Gallart, está realizada en escayola sobre panel de madera y con ella quiere dar visibilidad a uno de los procesos de contaminación más relevantes de toda la hidrosfera, que no es otro que la eutrofización, que surge cuando se da un exceso de nutrientes procedentes de los residuos de la producción ganadera e industrial. Añade Gallart que “se altera su equilibrio mediante la proliferación descontrolada del crecimiento de algas y bacterias, dando lugar a una capa verde sobre la superficie que impide que la luz penetre en las profundidades y, por tanto, la producción de oxígeno suficiente”. La obra simula un esquema gráfico de cómo se vería este proceso desde dentro del ecosistema, como si el espectador fuera un habitante de esas zonas acuáticas.

 

Esculturas e instalaciones

El artista Camilo Mewlen presenta la maqueta de una escultura que se debería hacer en mayor tamaño y que en dos de sus caras lleva el mensaje “Cuando se seque el mar/ veremos toda la sangre que ocultamos en él”. Titulada Que el futuro sea memoria, explica Espinel que lo que ha querido hacer el artista de Santiago de Chile es llevar su obra al plano político, porque en su país, durante la represión de Pinochet muchos de los desaparecidos lo hacían amarrados a vías del tren que se lanzaban al mar. En su propuesta de futuro, al secarse los mares nos encontraremos unos escenarios en los que todo eso saldrá a la luz, y aunque ya no queden restos orgánicos, sí que seguirán estando presentes las herramientas de la represión, como los alambres con los que ataban a las personas a las vías del tren.

 

Otra maqueta, de Iara Rossetti, está pensada para estar instalada en una zona muy oscurecida donde no se vea la pieza, y sólo se la perciba por la iluminación con la que cuenta, pero en cuanto el espectador se acerca, se apaga. Es una metáfora de “que cuando te acercas tanto a los ecosistemas, nuestro afán por conocerlos los destruye”. No es casualidad que el título de la obra sea Advertencia de peligro: humano.

 

Camila Lemoine, en Catálogo Madrid 2022, presenta una original obra en tela y papel que es una reflexión acerca de la contaminación del agua a causa de los textiles sintéticos fabricados por los humanos, “ya que generan muchos residuos de microplásticos y microfibras”. Usando tejidos encontrados realizó una especie de catálogo de una tienda de telas, pero en lugar de hacerlo rectangular lo hizo en forma de cono. Explica Espinel que al terminarlo se dio cuenta de que ella misma había generado muchos desperdicios al recortar las telas, y consideró que era una paradoja criticar una industria y al mismo tiempo tirar las telas, así que los sobrantes los fijó en pliegos de papel, uno tras otro “como un bordado hecho a mano, evitando una vez más que estos textiles lleguen alguna vez al agua”.

 

Arrecifes, de Karla Cote, y según ella misma, “se presenta como laboratorio artístico que surge de una serie de experiencia sensoriales que se han venido trabajando en Bogotá (Colombia) desde el colectivo Origen art.lab”. El proyecto en sí retoma la grave situación de los ecosistemas marinos, que se degradan año tras año, “enfocando el concepto de los corales marinos y la importancia de su preservación, para dar con ello una mirada sensible y una concienciación sobre estos ecosistemas”. Cree Cote que “el daño ambiental que se ha causado a los océanos puede verse revertido si educamos y concienciamos a las personas de la importancia de su biodiversidad para la vida en el planeta”.

 

Proyecciones

También se plantea el tema de los corales Nerea Cordeiro, quien, en su obra, Inhabitable, conjuga dos piezas impresas en 3D con una vídeo-proyección. Afirma la propia artista que “el objetivo principal del proyecto consiste en visibilizar alguno de los conflictos relacionados” con el mar. Para esta ocasión ha elegido una problemática provocada por el cambio climático, y que está acabando con gran parte de la biodiversidad de nuestros mares, el blanqueamiento de los arrecifes de coral. Según sus datos, “en los últimos 30 años, se han perdido el 50% de los corales existentes del mundo”.

 

Su compañero Néstor Vega González, añade que esta obra “es una prueba de creatividad y un ejercicio de enfrentarse a técnicas tan difíciles como la impresión 3D, el vídeo, y la colaboración, ya que no es Nerea la que canta, sino que lo hace Úrsula Antúnez, una artista externa al proyecto”.

 

Entre los muchos vídeos que se pueden ver en la muestra está la performance Posidonia, de Virginia Jordá, quien, de acuerdo con Espinel, invitó a una serie de artistas de Altea a realizar esta acción sobre las posidonias, que son “plantas acuáticas que tienen un gran interés para el sistema acuático, pero también, cuando se seca y es llevada por la corriente, es especialmente importante para la preservación de las costas, porque lo que hace es retener el sustrato para evitar que se lo lleve el mar”. Según la artista, “el resultado fue una experiencia que genera vínculos intangibles que nos reconfortan y nos dan un respiro para poner atención al silencio, al movimiento, a lo que pensamos y lo que sentimos, a lo que piensan-sienten las demás, y la Naturaleza”.

 

Ballenas

Las ballenas, uno de los animales más emblemáticos del mar, y siempre en peligro de extinción por la acción humana, aparece en varias obras de la muestra, como la pintura Wail of Whale, de Cristina Parrillas, que además incluye dos QR que llevan a Youtube y permiten escuchar el canto de estos grandes mamíferos; la animación Occasum de Entropía Martiana, y Presión antrópica, de Jan Matthews Bernárdez.

 

La obra Occasum, firmada por Entropía Martiana, es un trabajo audiovisual que reúne una composición musical y una animación experimental, “que es parte de un proyecto que va a ser como un vídeo-disco de ocho piezas en la que cada una, dentro de la abstracción, habla fundamentalmente de las ballenas en el ecosistema marítimo”. Este, según el profesor, es “un trabajo muy poético, muy visual y, sobre todo, es relevante que viene de una artista que no viene de Bellas Artes, sino del Diseño, y se ha lanzado a desarrollar esta obra”.

 

Por su parte Jan Matthews Bernárdez “recuperó un dibujo de una ballena que había hecho hace tiempo sobre el animal más grande del mundo, pero a pesar de eso frágil, de ahí el dibujo tan delicado de grafito sobre papel y una pequeña pieza que es un papel rasgado, que hace una referencia a cómo la acción humana de los barcos hace heridas a los cetáceos y nosotros lo destruimos como si fuera una simple hoja”. El artista añade que esa fragilidad, que habitualmente no se vincula a animales de semejante tamaño, la está propiciando “nuestra huella en el ecosistema marino”.

 

El resto de artistas participantes en la muestra son Agustina Chaufan, Aissa Santiso, Alejandro Porqueras Arabolaza (Grupo Artístico Morcilos), Alicia Caldera, Almudena Bautista, Alvsmonster, Andrea Mediavilla, Andrés Rojo, Contrarios, Cristian Benitez, Dayana Trigo Ramos, Elena Blanch, Esther Guardamino, Fernanda Pérez Valdivia, Gaspar Avilés, Gene Felice, Iria Groba, Javier Mañero, Jennifer Parker,  José Carlos Espinel, Juan Baima, Juniper Harrower, Maria José Jiménez, Marta de Cambra, María Ángeles de la Torre Easthope, Mónica Cerrada, Nerea Ferrer, Pablo Borrega, Pedro Terrón, Rigoberto Camacho, Rita García Llanes (Grupo Artístico Morcilos) y Virginia Montesinos

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