“Lo que pretende esta guía es que de alguna manera todas las personas se sientan acogidas, incluidas, bien tratadas, bienvenidas y, sobre todo, reconocidas y valoradas en su diversidad”. Mercedes García, delegada del Rector para la Diversidad e Inclusión, resume en unas pocas palabras un largo trabajo, fruto del esfuerzo y el saber de las personas que trabajan en las unidades de su Delegación, y de otras muchas que no han dudado en echar una mano. La Guía de comunicación y trato inclusivo es una obra coral que busca una universidad y una sociedad mejor.
El objetivo es que quien se comunique sienta a quien está enfrente como a un igual, sea cual sea su raza, su color de piel, su identidad sexual o de género, sus discapacidades o diversidades funcionales... Se trata, como señala Alejandra Velasco, una de las becarias de la Unidad, de incluir un elemento más a los que forman parte del tradicional esquema de la comunicación, de sumar al emisor, mensaje, código, canal y receptor, el sentimiento de este último, de lograr que se sienta cómodo y respetado.
El salón de actos del Edificio de Estudiantes acogió este 20 de octubre la presentación de la Guía, a la que no faltó el rector Joaquín Goyache. Orgulloso, resaltó el carácter pionero de este texto que describe las mejores maneras de empatizar con las personas que tenemos delante, y valoró la diversidad como la mayor riqueza de nuestra universidad. “La diversidad nos hace mucho mejores”, enfatizó, a la vez que recordó que la guía servirá de poco si no es interiorizada por cada uno de nosotros.
Mercedes García insiste en que la Guía no trata de imponer nada, sino, al contrario, lo que busca es que cada persona elija, opte por tratar de adaptar su manera de comunicarse al receptor del mensaje o, bien, no tenerle en cuenta. “Nosotras no somos la RAE, somos la Unidad de Diversidad e Inclusión. Nuestro objetivo es el bienestar de todas las personas y el lenguaje es uno de los medios”, se posicionó la delegada, que recordó unas palabras del lingüista José del Valle: “Es la vida social la que ha construido las regularidades del lenguaje, las que las ha elevado a la condición de norma”.
Las propuestas que contiene la Guía son, como destaca la profesora García, producto del trabajo colaborativo y conforman un proyecto común que trata de respetar las distintas visiones de cuantas han participado en él. Su génesis fue un documento de trabajo para tratar de hacer más inclusivas las comunicaciones del equipo rectoral, pero finalmente derivó, ante su inexistencia, en un texto que planteara todas las diversidades, que es lo que en su día a día trata de hacer la Delegación. Al proyecto se incorporó Ediciones Complutense –presente en el acto a través de su director, Manuel Salamanca- y lo que iba a ser una guía para consumo propio de la UCM abrió sus miras hasta convertirse en un manual que puede aplicarse en cualquier otro contexto. Como resaltó la vicerrectora de Cultura, Deporte y Extensión Universitaria, Isabel García, esta guía responde también a una exigencia de la sociedad, que pide herramientas que favorezcan la convivencia.
La Guía es amena y de fácil lectura. Parte de un análisis de la situación y de los conceptos -¿Qué se entiende por diversidad? ¿Qué se entiende por inclusión? ¿Qué es la comunicación inclusiva?- para después ir adentrándose en cada diversidad: la sexual y de identidad de género; la étnica y la sociocultural, y la discapacidad, diversidad funcional y dificultades específicas de aprendizaje. Las recomendaciones no son revolucionarias, sino que pueden decirse que simplemente tratan de poner de manifiesto el sentir de la otra persona.
“Negrito”, “negrita” o “persona de color” reflejan un falso paternalismo o infantilización, “persona negra”, “persona racializada” o “afrodescendiente” son bien recibidas. Lo mismo pasa en el ámbito de la discapacidad o la diversidad funcional. A una persona de 40 años con discapacidad intelectual no hay que tratarla como si tuviera 5 años. Basta con utilizar frases cortas o poner ejemplos cotidianos en las explicaciones para comunicarnos con ella. Ante la duda, hay que preguntar. Si quieres ayudar a cruzar un semáforo a una persona invidente, pregúntala y acepta las respuestas negativas. En el ámbito LGBTIQ+ la primera regla –como explica Ángel Villalobos, encargado de exponer los detalles de la Guía, junto a Víctor de Francisco, Leandro Ravel de Freitas y Alejandra Velasco- es “no presuponer”, no dar por hecho cómo se identifica quien está enfrente, cómo son sus relaciones o sus familias. La segunda norma es tratar, siempre que se puede, de huir del lenguaje binario; docentes es mejor que profesoras o profesores. La “e” -recuerda Ángel- es la “vocal amable”.
La Guía se puede adquirir a través de Ediciones Complutense: https://www.ucm.es/ediciones-complutense/guia-de-comunicacion-y-trato-inclusivo Las ilustraciones son obra de Ana Moyano Cano, quien, como ella misma contó en el acto, ha tratado cuidar la accesibilidad de la Guía y hacer atractiva su lectura reflejando todo el colorido que emite la diversidad.
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