El 2 de noviembre se ha celebrado, en la HiperAula de la Facultad de Educación, la quinta jornada del Ciclo de Conferencias “Los ODS: desafíos medioambientales para un planeta con futuro”. En esta tercera y última jornada dedicada a la contaminación atmosférica y al cambio climático, las ponencias de los expertos se centraron en el ODS 13 “Acción por el clima”, y particularmente, en la meta 13.1, “Fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en todos los países”, y en la 13.2, “Incorporar medidas relativas al cambio climático en las políticas, estrategias y planes nacionales”.
ntes del comienzo de la sesión propiamente dicha, Juan Peña, profesor titular del Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales, Sociales y Matemáticas de la Facultad de Educación, dio la bienvenida a los responsables del Ciclo de Conferencias y comentó el apoyo expreso que esta actividad había recibido por parte del decano de la Facultad. En su intervención recogió un dato publicado en un informe reciente del Banco Mundial, y es que 216 millones de personas podrían verse obligados a desplazarse dentro de su país por motivos climáticos en el año 2050, una población equivalente a la de España, Francia y Alemania juntas; buscando así la complicidad del público en un tema que cada vez va a tener una mayor importancia en el futuro.
Posteriormente, y dado que era la primera jornada en la que el Ciclo de Conferencias se desplazaba a una Facultad distinta a la de Químicas, el responsable del proyecto, Rubén Miranda, presentó brevemente el proyecto de cooperación UCM de donde surge esta actividad y animó a los estudiantes a que participaran también en otras de las actividades (cursos de formación medioambiental, concurso fotográfico...).
La primera ponente de la jornada fue Irene Polo, profesora contratada del Departamento de Física de la Tierra y Astrofísica de la Facultad de Físicas, que también es responsable de un proyecto de cooperación UCM centrado en la creación de una red inter-universitaria sobre migraciones climáticas y refugiados (MASCARAS). Al inicio de su intervención, bajo el título “Variabilidad climática, cambio climático y migraciones”, Polo comentó la diferencia entre dos términos que suelen suponer, en sus propias palabras, un “error de bulto” en muchas ocasiones: clima y tiempo meteorológico.
El primer término se refiere a lo que se espera que vaya a ocurrir a largo plazo (por ejemplo, en 30 años), mientras que “tiempo meteorológico” se emplea para algo puntual. El ejemplo que mostró era claro: en un cartel encontrado en la valla de un parque ponía: “cierre por condiciones climatológicas”, cuando en realidad el término correcto hubiera sido: “condiciones meteorológicas”. Esto pone en evidencia la confusión entre estas dos palabras.
La profesora complutense centró su intervención en la variabilidad del clima, que se define como las fluctuaciones de las variables/componentes que determinan el clima de una región. Por un lado, se encuentran los componentes externos/forzados, que pueden ser tanto de origen natural (como erupciones volcánicas) como antropogénico (aquellas que contribuyen directamente al cambio climático, como son los gases de efecto invernadero). Por otro lado, los componentes internos son aquellos que se producen por efectos del cambio climático y que generan graves impactos sobre el medio ambiente y la población, tales como sequías, inundaciones, incendios, disrupciones en la pesca… Como por ejemplo el evento de El Niño en 1997-1998, que sirven a los científicos para generar modelos predictivos.
Con el objetivo de ilustrar claramente la gran relevancia de la variabilidad climática, Polo analizó algunas de los componentes internos más relevantes para el clima. En primer lugar, hizo referencia al preocupante aumento de la temperatura a nivel mundial, y que está claramente asociado a las emisiones de las actividades humanas. Como ya se ha comentado en jornadas anteriores, el objetivo de los países es no superar el aumento de 1,5º C, sin embargo, Irene Polo nos asegura que “ya no se discute si vamos a llegar al 1,5° C, sino cuándo” y fijar en este punto el máximo, porque “en caso de superar este valor, las consecuencias serían fatales, incrementando notablemente las catástrofes naturales”. Para concluir la ponencia, Irene Polo remarcó que no podemos cruzarnos de brazos frente a esta alarmante situación climática. Se espera que el aumento de las precipitaciones, subida del nivel y temperatura del agua del mar, así como de más fenómenos extremos provocados en su totalidad por la acción humana en el cambio climático, provoquen daños irreversibles.
Nuria Ferré Trad, de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), ha incidido en la importancia de un buen acceso a protección jurídica para personas refugiadas por motivos climáticos. En su ponencia “Vacío jurídico y avances en la protección de las personas migrantes forzadas por causas climáticas” hizo una breve introducción acerca de los términos más relevantes en este ámbito jurídico, como el “derecho a asilo”, “solicitante de asilo”, “estatuto de refugiado” y “protección subsidiaria”.
Fue en la convención de Ginebra de 1951 cuando se reconoció por primera vez el término de “refugiado”, que hace mención a personas que por motivos de raza, religión, sociales, oposición política o nacionalidad huyen de su país para salvar sus vidas, y que supone la piedra angular del derecho al asilo. El problema al que hizo referencia Ferré es que, una vez estas personas han huido de su país, los gobiernos de destino no tienen obligación de garantizar el derecho de asilo (aunque sí el de no devolución), por lo que muchos de ellos han de recurrir a vías ilegales para permanecer en estos.
En la actualidad se abre otro gran problema que son las migraciones climáticas, y que, de acuerdo con la ponente, son polémicas ya desde la definición realizada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ya que entiende por migración climática “el traslado de una persona o grupos de personas que, predominantemente por cambios repentinos o progresivos en el entorno debido a los efectos del cambio climático, están obligadas a abandonar su lugar de residencia habitual, u optan por hacerlo, ya sea de forma temporal o permanente, dentro de un Estado o cruzando una frontera internacional”.
Se preguntó Ferré si realmente optan por hacerlo, o más bien es porque no les queda otra opción. Y es que hay que tener en cuenta que, “como consecuencia del cambio climático, son muchas las personas que pierden lo que era su forma de vida, como por ejemplo sus cultivos por la sequía extrema”. Por lo tanto, estas personas no optan por huir de su país, sino que se ven obligadas a desplazarse para subsistir, es por lo tanto un desplazamiento forzoso causado por causas climáticas. Se abre en este punto otro debate, que es hasta cuándo están desplazadas estas personas, ya que en muchas ocasiones la posibilidad de volver al país de origen no es una opción. ¿Qué hace por lo tanto el gobierno de ese país? Es por ello por lo que, tal y como comentaba Nuria Ferré para concluir su ponencia, ha de existir una normativa común a nivel internacional que asegure el derecho de asilo para todas aquellas personas que, forzadas por el cambio climático que el propio ser humano ha provocado, se ven obligadas a desplazarse.
El último ponente de la jornada fue Chema Arraiza, voluntario de Energía sin Fronteras y asesor de ProCap (una interagencia de Naciones Unidas para promover la protección humanitaria en contextos de conflicto), quien completó el tema de los refugiados climáticos desplazados forzosamente desde un punto de vista social bajo el título “Desplazamiento forzado, Cambio Climático y Derecho a la Tierra, Vivienda y Propiedad”. Arraiza apuntó que “más del 75% de las personas desplazadas forzosamente lo son por el clima y los desastres climáticos”, aunque es común pensar que aquellas personas que huyen de su país lo hacen por cuestiones políticas o bélicas.
Para tratar de concienciar a los asistentes comparó los datos de personas desplazadas forzosamente por conflictos con aquellas desplazadas por cuestiones climáticas: 9,8 millones frente a 30,7 millones, respectivamente. Es decir, hay más del triple de desplazados climáticos que por conflictos, lo que pone en evidencia que es necesario enfocar el problema desde un punto de vista de acción humanitaria, ya que el cambio climático es un desastre humanitario. Para profundizar en el problema, Chema Arraiza hizo hincapié en que, en muchas ocasiones, “la emergencia climática es la gota que colma el vaso”, es decir, en muchos países, generalmente en la región de Asia, los problemas originados por el cambio climático se suman a los conflictos que existen ya de por sí, obligando todavía más a los habitantes a abandonar la zona.
Las diez crisis de desplazamiento más importantes del 2016 se debieron al cambio climático, con la problemática adicional que supone que la mayoría de las personas afectadas permanecen en la región de origen, por lo que no son consideradas como refugiados, sino como desplazados internos (dentro de un mismo país), lo que conlleva que no gocen del derecho de asilo. Frente a esa situación que viven millones de personas es necesario repensar las estrategias y normativas a nivel internacional, más todavía porque no se espera que a corto plazo la situación vaya a mejorar, sino todo lo contrario.
Uno de los instrumentos políticos es el Marco Sendai para la reducción de Riesgo de Desastres (2015), que trabaja con la Agenda 2030 y el Acuerdo de París. El principal objetivo del Marco Sendai es rebajar el riesgo de desastres, en el que se establecen una serie de acciones concretas a tomar por parte de los Estados miembros para concienciar de la gravedad de la situación y proteger los beneficios del desarrollo.
Por otro lado, Arraiza trató otro tema relacionado directamente con la ayuda humanitaria y que está repensándose para ser aplicado al cambio climático, como son los derechos a la Vivienda, Tierra y Propiedad. En este punto, la piedra que se encuentra en el camino es el pluralismo legal, entendido como la coexistencia de diferentes sistemas de tenencias de la tierra dentro de un país, en el que cada uno tiene sus propias normas, autoridades y legitimidad a la hora de resolver disputas. Por lo tanto, resulta necesario repensar estos derechos y adaptarlos no solo en base a conflictos bélicos (que es para lo que fueron pensados), sino teniendo en cuenta la problemática actual y futura que implica el cambio climático.
Para concluir el acto, se recordó que el miércoles 10 de noviembre, el Ciclo de Conferencias vuelve a la Facultad de Químicas con una jornada en la que se tratarán varios aspectos relacionados con los ODS 14 (Vida submarina) y ODS 15 (Vida de ecosistemas terrestres): aprovechamiento sostenible de bosques, biorrefinerías, y la contaminación por plásticos y microplásticos tanto en ecosistemas marinos como terrestres. Esta sesión tendrá cuatro ponencias: “Gestión sostenible de los bosques”, a cargo de Juan Antonio Oliet Palá, catedrático del Departamento de Sistemas y Recursos Naturales de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes, Forestal y del Medio Natural de la UPM; “La Biorrefinería de biomasa lignocelulósica en el marco de los ODS”, impartida por Mercedes Oliet Palá, catedrática del Departamento de Ingeniería Química y de Materiales de la Facultad de Ciencias Químicas de la UCM; “Los plásticos y la vida submarina: retos y soluciones”, de Juan María Ruíz Alama, responsable para la Protección del Medio Marino de Plastics Europe, y “Microplásticos y medio ambiente. Incorporación de microplásticos en la cadena alimentaria”, impartida por Luis Revuelta Rueda, profesor contratado doctor del Departamento de Fisiología de la Facultad de Veterinaria, de la Complutense.
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